sábado, 26 de noviembre de 2022

El almandro o el amor que trasciende a la muerte.

 

Dice el dicho popular :

"quand per a la Candelaria flora l´hivern está fora";  podemos dar ya por terminado el invierno; la fecha de la Virgen de la Candelaria pasó y los almendros nos regalan la belleza de sus flores.

Me asomé a la mitología a buscar temas de almendros, me encontré con una historia de esas de amor, de esas que se dan en todos los tiempos.


Se trata de la historia de Filide (Phyllis),   una princesa en Tracia e hija del Rey Sithon;  se enamoró de un hijo de Teseo y de Fedra  (Dimofontas),  Rey de Atenas; cuando su barco regresaba de la guerra de Troya,   él  también se enemoró  de ella y  se casaron.

Pero el muchacho  añorando su patria, después de todo era el Rey de Atenas al terminar la contienda en Troya,  se marchó prometiendo regresar y ella triste y melancolica, le espero durante años hasta morir de pena.

Los dioses,  sabedores del asunto, porque ellos están siempre muy al tanto de las cosas, que para eso son dioses; convirtieron al cadaver de la muchacha en un almendro.

 

El caso es que el muchacho, Dimofontas, regresó con su esposa, pero la encontró convertida en un almendro,  al tocar el tronco, el arbol floreció; quedando asi convertido el almendro, en un simbolo del amor que permanece más allá de la muerte.




En otra versión de la leyenda, Dimofontas se marchó a Atenas prometiendo volver para casarse, pero se demoró y al regresar, pues eso, encontró a su amada convertida en un almendro y él la abrazó y el arbol floreció; pero la primera versión es al parecer, la más divulgada, al menos en las webs griegas en donde he estado documentándome; aunque también hay versiones en las que ella no llega a morir, pero que los dioses, apiadados con su sufrimiento y con el deterioro de su cuerpo, la convirtieron en almendro.




Este tipo de historias de lealtades a un amor que marchó y largas esperas, se dá mucho en localidades de mar y unas veces porque el marino  cambia su suerte en otros puertos o bien porque la mar, en ocasiones, se toma la vida de alguien.



¿Quien no ha escuchado la canción "El muelle de San Blas" del grupo mexicano Maná?



O la historia de la "tia Roqueta", que recogen Marcos Carrasco y Marta Teodoro, en el libro Leyendas de Escobulandia; una esposa de pescador en Torrevieja, que quedó esperando el imposible, que la mar le devolviera al hombre que amaba. 


¿Cuantas historias similares habrán alreddor del mundo, en tierras de litoral? 





 

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