domingo, 26 de octubre de 2025

LA MULTA



Otro de los cuentos que formaban parte del libro ASHAR, es este cuento.
converir textos en canciones, esta gustandome.


 





 LA MULTA…



Subí las escaleras corriendo, había dejado el coche aparcado en una zona prohibida.

Abrí la puerta y entré como un “cohete” hacia la cocina, había dejado allí el teléfono móvil.

Al volver hacia la puerta de la casa, pasé junto a la figura de una cabeza tallada en madera; me pareció que levantaba las cejas con expresión de desagrado.

Me sorprendió y me quedé observándola sin apreciar nada raro; al fin y al cabo, es una figura de madera.

Le dije a mi cerebro que me dejara de líos que tenía prisa; sin embargo y a pesar de que era imposible, habría jurado que la talla de madera movió las cejas.


Al bajar a la calle, vi que mi coche estaba siendo multado por un policía de tráfico; es inútil poner excusas, lo mejor es dejarle redactar la multa y acabar, no tenía tiempo de discutir con un policía.


Cuando me dio el resguardo de la denuncia, el papel era rosa tirando a fucsia, me sorprendió y al levantar la mirada... la cara del guardia era redonda, completamente circular y blanca y unos labios enormes cubrían la parte inferior del círculo.


Me sentí mareado, raro, algo asustado también, caminé hacia el coche sin querer mirar a mi alrededor, abrí la puerta y entré.

Fuera estaba el guardia, ya con el aspecto normal que todo guardia debe tener; me miraba fijamente, desconfiando de mí por algún motivo.


Tiene que ser un sueño—pensé —, una pesadilla, tengo que despertar y todo será normal.

De manera que me quedé quieto al volante, veía como las gentes y el guardia me miraban, todos me observaban y yo me reía de ellos.

¡Idiotas residentes en mi imaginación, iros a la mierda!— , les dije yo.

Entonces el guardia se me acercó decidido y me dijo:

Salga usted del coche por favor.

Me quedé dentro del vehículo y observé que a mi alrededor se amontonaban ojos, sólo ojos, ni bocas ni orejas, sólo ojos que me observaban.


Me enfadé, salí del coche airado y la emprendí a golpes con esos ojos; gritaba:

¡Ya está bien pesadilla asquerosa, vete ya!



Escuchaba sonidos que no podía identificar y de pronto, caí al suelo y las cosas a mi alrededor volvían a ser reconocibles.

Entre varias personas me habían reducido, estaba de cara al asfalto con los grilletes puestos en mis manos, pegadas a la espalda.


Ante mis ojos caminaba una hormiga, indiferente a mi presencia, se me ocurrió pensar en que quizá otros ojos me observaban y yo era tan indiferente a su presencia, como la hormiga era indiferente a mía.

Mientras, las cosas pasaban sin importarme mucho, yo reflexionaba acerca de la existencia de la hormiga y de cómo ella hacía su vida, sin saber de mi existencia y de que muchas compañeras suyas, habían sido aplastadas o gaseadas por gentes de mi especie.


Recuerdo que me llevaron a algún lugar, me transportaron de allá para acá, se preocupaban por lo ocurrido conmigo; imagino, porque recuerdo a alguien haciéndome preguntas que no acabo de recordar, pues a medida que reflexionaba acerca de la hormiga, todo cuanto ocurría me iba siendo indiferente.



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