sábado, 26 de noviembre de 2022

Circe y Ulises


Circe era una gran  hechicera, Ulises en la Odisea le llama "la de las lindas trenzas, la Diosa terrible dotada de voz", hija de Helios y de Perses.
Cuando Ulises llega a la isla de Ea, envía una expedición a explorar el interior, llegados al palacio de la hechicera, que cantaba con una dulce voz mientras tejía; ésta les recibió muy amable y acogedora. Euriloco, el jefe de la expedición no acepta la oferta y  queda vigilando fuera.
Pero sus compañeros, en el interior de aquel palacio, disfrutan de las viandas que Circe les prepara y es que después de una travesía ya muy larga, cansados y hartos de aquel viaje,  encuentran por fin una aventura en la que el placer y no el sacrificio, protagoniza la jornada.

El placer les hace confiar sin sospechar de la hechicera, que echó un brebaje en el vino para olvidaran su patria y entonces, ella les golpeó con una varita y les convirtió a todos en cerdos,  les llevó a las pocilgas en donde les dio de comer bellotas y otras comidas que suelen ser dadas a los cerdos.
Allí, transformados en cerdos pero con sus mentes tan humanas como antes, debieron entonces de darse cuenta en que les habían engañado, pero ya era tarde para ellos.
-Esto nos pasa por confiar en populistas- Dijo uno de ellos.

Afortunadamente, Euríloco, que se había quedado a hacer guardia, fue corriendo hasta la nave a dar aviso a Ulises, quien se dirigió al palacio de Cirse, la de los muchos brebajes.
Entonces en el camino, se encontró con Hermes, que le dijo algo así como.
-¿Donde vas tu solo al palacio de Cirse ¿"Tas tonto? Ahora tus compañeros son cerdos, anda, vete para el barco y no la lies.
Pero como Ulises  debió de insistir bastante, Hermes le dijo algo así como: -Mira, toma el brebaje éste -y le dio un brebaje para contrarrestar los efectos de los brebajes de la hechicera-, con ésto no te podrá hechizar pero cuando venga con la varita, sacas la espada y vas a por ella para matarla, entonces ella te ofrecerá para salvar su vida, que te acuestes con ella y aceptarás, pero le harás jurar que no planeara nada malo ni contra ti ni contra tus compañeros.

Entonces Ulises fue hasta el palacio de Circe, y cuando llegó, fue invitado a entrar y a disfrutar de los placeres gastronómicos de la Isla.
-Hola Ulises, guapetón, pasa que te voy a poner un arrocito a la argonauta que vas a flipar.
Circe introdujo su brebaje en el vino de Ulises pero no le hizo efecto, cuando la hechicera le tocó con la varita y dijo que se fuera a la pocilga, Ulises sacó la espada y le dijo:
-A mi me vas a vacilar tu, anda que si.
Circe exclamó entonces algo así como:
-La madre del amor hermoso,  no has quedado hechizado ¿Pero tu de donde vienes, criatura? ¿Quienes son tus padres? -la pregunta iría en el sentido de que bien podría ser hijo de algún Dios-, claro -cayó en la cuenta-, ya me dijo Argifonte que Ulises se pasaría un día por aquí
-Ese mismo, chata, lo más garboso de la épica grecolatina; de Itaca vengo y de Itaca soy y mi cara serrana lo va diciendo.

Circe, ante el temor de que Ulises hincara su espada en ella privándole de la vida, le propuso ir juntos a su lecho, en donde ambos pudieran disfrutarse tan ricamente.
Ulises le dijo algo así como:
-A ver ¿Me tomas por buenista? Si has convertido a mis compañeros en cerdos, ¿Quién me dice que cuando yo esté desnudo en tu cama no me harás  alguna de las tuyas. Me tienes que hacer un juramento.

Y ella le miró le arriba a abajo y sonrió picarona.
-Ale -le dijo-, tira para la bañera que te voy a dar un masajito con un aceite corporal hidratante que verás como te pone.

Después Cirse sirvió de comer a Ulises pero éste no comía nada, le dijo a Circe que le sabía mal comer estando sus compañeros en las pocilgas y ella, generosa entonces; no está claro si por el juramento o por motivos espurios, liberó a los compañeros de Ulises usando un brebaje que les rejuveneció incluso;  llenos de júbilo alababan a su héroe,  lloraban y le agradecían.
-Gracias Ulises por salvarnos.
-A ver-dijo él-, ¿Quien va a remar si os quedáis aquí?


Circe, que debió de cansarse de tanta ñoñearía entre hombres,  le dijo a Ulises.
-Anda, tira para tu barco con toda ésta peña,  y luego más tarde venís todos, que yo ahora tengo fitness y se me hace tarde.
 Y así lo hicieron, Ulises y sus compañeros regresaron a su nave, donde los demás les esperaban llorando y cuando les vieron se pusieron todos muy contentos, claro.
Ulises les dijo que metieran en tierra la barca y que se fueran todos de nuevo al palacio de Circe y claro, ahí hubo división de opiniones,  pero finalmente acataron la voluntad de nuestro héroe y fueron al palacio, en donde eran esperados por Circe, que les vistió elegantemente y les dio de comer abundantes viandas.
Aquellos hombres se pusieron a llorar y Circe le dijo a Ulises.
¿Te has tirado todo el viaje así?
Y Ulises encogió sus hombros y miró a la hechicera con resignado gesto.
Y finalmente Ulises y Ceres  subieron al lecho en el que ambos esperaban pasar un rato majo, Ulises vió en el cabezal de la cama un cuadro de Tiresias y le preguntó.
-¿Es Tiresias?
-Si, es que es el único hombre que supo entenderme.
Entonces Ulises le dice que le echara una mano para poder volver a su casa y Cires le dijo que si, que vale, pero antes tendría que ir al Hades y al escucharlo, Ulises rompió a llorar y Cires, ya un poco harta de tanto lloriqueo debió de pensar algo así como "que hartita estoy de griegos, ya podría ser de Esparta, caramba".
Pues un año que se tiraron allí y supongo que durante ese tiempo tendrían ocasión de copular sin lloriquéos.

Y así fue como Ulises, que tenía mucha prisa por volver a casa, se quedó un año con Circe.



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