sábado, 6 de mayo de 2023

John Phillip

Durante el siglo XIX España era para los viajeros extranjeros un territorio exótico y extraño, encerrado en sí mismo que peleó contra el francés para cerrarse más sobre si mismo.
Los relatos de viajes de los vecinos europeos que nos visitaron divulgaron un país árido en todos los sentidos y miserable, que rehuía de cualquier posible modernidad y aceptaba su suerte como si su vocación de país detenido en el tiempo fuera un designio de la divinidad.
Aún hoy, muchos extranjeros que vienen a España, en el fondo esperan encontrar a las viejas enlutadas delante de sus casas y a críos harapientos corriendo por las calles.
El ferrocarril favoreció los viajes y los relatos de viaje y los primeros turistas británicos se lanzaron a explorar otros paisajes en busca del exotismo español, la figura del bandolero en las sierras andaluzas y sus andanzas; aunque bandoleros los hubo por toda España y son una figura que nunca he entendido por qué el cine español no explotó ese filón como los norteamericanos explotaron a sus vaqueros y forajidos del salvaje Oeste.

Supongo que para un europeo metido en el frenesí del cambio que provocó la revolución industrial, pasear por la España inmóvil era desconectarlo de la incertidumbre que que las transiciones a nuevas épocas producen, como la que sentimos en la actualidad en la que somos conscientes de que vamos a un mundo nuevo y aún desconocido.
La España del XIX debía de ejercer una especie de hechizo melancólico y a la vez, una grata sensación de superioridad cultural.

 El escritor de cartas; cuadro de John Phillip  

El cuadro que aparece arriba es obra de uno de los extranjeros que viajaron por España,  el escocés John Phillip, sus narraciones costumbristas en forma de pintura le hicieron ganar el apodo de John Spanis Philip.
Quizá lo bueno de la moda viajera de aquellos que cruzaron nuestro país y lo describieron, fue que con sus imágenes reflejaron laso aspectos tanto antropológicos; sociales;  paisajistas;  que más les llamaban la atención.
Lo que me gusta de los cuadros de éste pintor es el colorido y la expresividad de los personajes que expone y el entorno en el que se desenvuelven, que es tan expresivo como los personajes principales del cuadro.
Descubrí hace poco a éste pintor gracias al cuadro de arriba que me lo encontré casualmente por Internet y la verdad es que me ha encantado.


 la ventana de la prisión, de John Phillip 



Me gusta la pintura figurativa porque me gusta ver el gesto, las expresiones y las emociones de quienes están pintados, hay cuadros en los que parece que al autor eso le importa poco, pero no ocurre así en cuadros como éste de la ventana de la prisión.
Se percibe la intensidad emocional de ese momento.
La cesta con alimentos está tumbada en el suelo y el guardia se muestra indiferente a todo cuanto sucede.






el mal de ojo, de John Phillip

El cuadro de El mal de ojo parece reflejar el efecto que el viajero o el forastero provoca, sobre todo cuando la gente se siente observada, espiada.
Alguien con indumentaria de persona de clase acomodada y culta, quizá uno de esos viajeros que cruzaron la península tomando sus notas para sus narraciones, observa a la mujer que reacciona con un  gesto supersticioso, en realidad un gesto de protección que ya practicaban los antiguos romanos.
El pintor debía de saberlo porque llamó al cuadro "el mal de ojo",  la mujer temía ser afectada de ese mal y realizó el gesto de la mano cornuda para protegerse.
¿Está el pintor narrando una situación que se le pudo dar en algún momento?






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