viernes, 7 de abril de 2023

Ideología y territorio

No es posible manifestar ninguna opinión independiente y objetiva, cuando la emite alguien que simpatiza con una ideología política; por mucho cuidado que lleve a la hora de opinar, de ser lo más ecuánime posible, siempre habrán sesgos ideológicos que parcialicen su criterio.
Le ocurre a todo el mundo y también a mi, a pesar de que intento no dejarme llevar por los cantos de sirena de las ideologías.
Carnaval de las ideologías; mural de J. Clemente Orozco

A lo largo de la historia, hemos visto que quien se adscribe a una ideología ya sea política o religiosa  que pretenda la redención de la humanidad, bien a través de una revolución política o de una transformación espiritual, termina necesitando para su plan salvador, el control del territorio en el que la humanidad ha de ser salvada de sus males.

Las ideologías en su origen pertenecen al mundo abstracto del pensamiento, pero cuando alguien las quiere llevar al mundo real para que lo transforme, deja ese mundo metafísico para convertirse en otra cosa, que acaba siendo un mecanismo de control colectivo de las mentes de las personas y para beneficio de una élite que por el bien de los demás, se va a sacrificar y los seguidores de ésta élite, agradecidos y queriendo también participar en el enorme esfuerzo redentor, ofrecerán su apoyo incondicional a esa idea colectiva.

Hace unos días me preguntaron si iba a votar a PODEMOS, obviamente le contesté que ni de coña, que ese partido era lo más parecido al  "lumpenproletariado" que tienen derecho a ser representados, por supuesto, pero que de llegar al poder solo aportarían excentricidades peligrosas.
Me contestó mi amigo que muchos de sus lideres eran profesores de universidad y es que la universidad tiene mucho prestigio.
Pero como dice J. Antonio Marina en el libro La Inteligencia fracasada y lo explica muy bien, las emociones sabotean a la razón y la estupidez es una característica en el ser humano,  mucho más común de lo que nos gustaría admitir.

El ser humano es mas emocional que racional, pero la vanidad, que es otra de las características humanas más comunes, nos hace pensar que tenemos más de racionales que de emocionales.
Y esa emotividad es la que facilita a los lideres políticos que han de gestionar las ideas redentoras, la  seducción y secuestro mental de aquellos que se adscriben a la causa y lo morboso del asunto, es que cuanta más identificado esté alguien con una ideología, más se va relacionar con ella y  con otros iguales a él, renunciando a su criterio personal en favor de una opinión colectiva y esa opinión, que es una visión de la realidad, creada por el pensamiento colectivo en el que está inmerso, le hará ver la realidad tal y como esa idea colectivas le permite y la verá tan real, que no podrá entender que otros no puedan verla, y lo achacará a que  hay maldad en ellos.
Ésto lo estamos viendo en la enajenación colectiva a la que están sometidos los nacionalistas en algunas regiones españolas; lo vemos en el franquista ultracatólico que ve la mano de la masonería en todas partes; el cristiano que a cada terremoto ve el inminente regreso de Cristo...
Vivir en una fantasmagoría que le enajena en favor de una élite que no necesariamente comparte ese nivel de adoctrinamiento, pero que sí va a instalar o lo intenta, a todos sus creyentes en ella.


EL TERRITORIO COMO REALIDAD OBJETIVA

Pero lo que si es real es el suelo que pisamos y ese es el drama.
Todos los seres humanos tenemos que vivir sobre un mismo suelo con todo lo que implica, compartir servicios públicos, empresas en las que trabajar, etc.
Las ideas cuando se convierten en un patrón redentor, necesitan ocupar el espacio ideológico pero también el control del territorio; todos sabemos la frase que se usó mucho por parte de los católico romanos de "fuera de la Iglesia no hay salvación";  esa frase a mí me irrita bastante,  porque es cuando una idea se está transformando en un lugar, primero intelectual y luego querrá ser físico.
En éstos acontecimientos que estamos viendo en Cataluña, en la que los partidarios de la independencia lo llenan todo de lazos amarillos y cruces amarillas y amarillo por todas partes, está el mejor ejemplo de lo que estoy hablando.
Una idea aspira a tener el control del territorio, porque de otro modo el esfuerzo redentor no se hace posible.
El nivel de totalitarismo de un grupo ideológico, lo vemos en su esfuerzo por controlar el pensamiento individual, colectivo y también el control del territorio.
Por eso entienden que un político no nacionalista, cuando va a hacer una conferencia o pone una mesa informativa en la calle, "está provocando".
Otro modo de medir el nivel totalitario de un grupo ideológico, está en el uso de las escuelas para inocular ideologicamente y apartar a los niños de las ideas que puedan haber en las familias; familias que no se atreven a contradecir el pensamiento totalitario porque ser hereje siempre ha salido caro.

El totalitarismo desconfía de las familias, porque en la intimidad que permiten las paredes de un hogar, las opiniones pueden manifestarse sin censuras y crear adultos que piensen de modo distinto al pensamiento oficial, ya sea religioso o político.

La calidad democrática de un país, se podría medir teniendo en cuente éste factor físico que es el uso del territorio.



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