sábado, 8 de abril de 2023

Cristianismo y el cisma inevitable.

 



Porque diciendo el uno: Yo soy católico romano y el otro, yo soy ortodoxo ¿No sois carnales?

(Versión libre de 1 de Corintios 3: 4)



Cada vez que un catolico romano, dice que su Iglesia la fundó el mismo Jesucristo, un orco le patea el trasero a Gandalf.


A lo largo de la historia, muchos han sido los momentos en los que el cristianismo ha tenido "un antes y un después"; de todos ellos, el momento cumbre fue el cisma entre Oriente y Occidente.

Debido a lo que más adelante comentaré, el católico romano tiene la percepción, de que fue el resto de cristianismos quienes se apartaron de la dirección romana y sin embargo, muchas son las sorpresas que le esperan al cristiano occidental si descorre el velo que durante siglos ha formado parte del decorado, ocultando una información que necesariamente, debía de permanecer oculta.


La historia tiene siempre varias perspectivas a la hora de ser interpretada; la primera vez que leí la versión árabe de las cruzadas a Tierra Santa, fue durante la Exposición Universal de Sevilla en el 92, en el Pabellón de Arabía Saudí, en la revista Aramco World; una publicación que ha cambiado de formato y que en la actualidad se puede leer a través de Internet.

En aquella revista, se analizaba críticamente aquellas campañas militares de conquista y dominación.

Era obvio que no sentían mucha simpatía por lo ocurrido sino más bien lo contrario y no puedo entrar en detalles porque hace muchos años ya de eso y no recuerdo el texto, pero el relato no era amable con occidente.

La excusa fue la religión y la verdadera causa al parecer, el control de las rutas comerciales con Oriente.

Pero normalmente, siempre se proporciona una versión oficial que lo aclara todo y se silencia el punto de vista que pueda afectar a esa versión oficial.


Y en este caso del Cisma entre Oriente y Occidente; también ha habido una versión oficial y una necesaria ocultación de la versión de aquellos que ponen en riesgo la versión oficial.


El evento terrible de la separación en el año 1054, comienza ya en el siglo IV cuando el Obispo de Roma se empieza a considerar a si mismo como Sumo Pontifice, algo reservado a Cristo que quien según la Orden de Melquidesec le corresponde ser tal cosa.

El cristianismo considera que Cristo existe y que él es el sacerdote supremo de la Iglesia; un asunto que al resto de patriarcados no le hizo mucha gracia; también el obispo de Roma comenzó a ser llamado Vicario de Cristo y esto pues también se oponía al criterio ortodoxo de que solo el Espíritu Santo puede ser considerado tal cosa, ya que Cristo dijo que el santo espíritu sería enviado a los hombres, de modo que el vicario; recordemos que vicario es una palabra que etimológicamente significa "sustituto"; solo puede ser el Espíritu Santo y no un obispo cualquiera.


Tampoco el titulo de Príncipe de los apóstoles hizo mucha gracia y es que, cuando se crea la Pentarquía, los cinco Patriarcados fueron: Roma; Constantinopla; Alejandría; Jerusalén y Antioquía y el Obispo de Roma era, como lo era antes de la creación de ésta división administrativa, uno más, aunque de manera honorifica se le trataba con un honor especial; un primero entre iguales.

Solo que con el paso del tiempo, el obispo romano se centró en lo de "primero" y fue obviando el "entre iguales".



De modo que el Cisma tuvo un motivo religioso, al ir separándose Roma del consenso en relación con el resto de Obispos de los otros Patriarcados; pero también hubo un motivo cultural y otro económico.


El recelo político de oriente contra occidente, por la influencia de los Francos, rivales de Bizancio, también vino a complicar las cosas y si bien, lo que más ha quedado señalado como causa del Cisma, fue el tema del Filioque y las pretensiones del Obispo de Roma de acumular poder sobre si mismo, por encima del resto.

La concentración del Poder en el Obispo de Roma, con el pretexto de que Pedro fue el primer Obispo de esa sede, no se veía por parte del resto de patriarcas con la suficiente fuerza y es que, si bien se tiene documentación acerca de Pedro como Obispo de Antioquía, solamente la tradición alude a la presencia en el trono romano de Pedro y en cualquier caso, el cristianismo se desarrolló sin una dirección jerárquica por parte de Pedro ni de ningún otro, pues los apóstoles fueron abriendo iglesias que con el tiempo se encuadrarían en los distintos patriarcados, todos ellos independientes los unos de los otros.


Cuando el cardenal Umberto; por orden de León IX, llegó con su carta a Constantinopla, para proclamar la supremacía papal y exigir acatamiento a Roma, fue como se suele decir, la gota que colmó un vaso de desencuentros que venían de lejos.

-Hasta aquí hemos llegado-, dijeron en Oriente.

El 24 de Julio de 1054 se convocó un Sínodo ecuménico contra el documento papal y las pretesiones romanas; algo que el resto de patriarcados aceptaron de buena gana, cansados de las "salidas de tono" del obispo de Roma.


La ruptura supuso además de las consecuencias teológicas, también las políticas y los francos supieron aprovechar la circunstancia y la guerra entre oriente y occidente se hizo presente.


A partir de aquí, los caminos de oriente y de occidente se separarían definitivamente y las diferencias, tanto políticas como culturales, se perciben todavía cuando la ortodoxia intenta abrirse camino en tierras occidentales.

Uno de las diferencias importantes, es la forma en la que la sociedad occidental ha separado el orden civil del religioso, la perspectiva oriental anima a conservar la relación de colaboración entre el poder político y el religioso; una sociedad al margen del evangelio es vista desde la perspectiva ortodoxa como un deterioro de la fe y además, la puerta a la descristianización de los pueblos.


A pesar de los esfuerzos de los últimos decenios, entre los patriarcados ortodoxos y el obispo de Roma, de lograr acuerdos de reconciliación, éstos se ven dificultados por la presión de la sociedad secular, a la que la iglesia cristiana occidental responde con una apetura que resulta incomoda o rechazable, por parte de los patriarcados ortodoxos; esto refuerza la idea ortodoxa de que el cristianismo occidental es herético y enfermizo,


La ortodoxia encuentra como causa de la desviación espiritual al escolasticismo, que inicia la deriva hacia el racionalismo y la ciencia como método a aplicar incluso en el ámbito de la fe; la fe supeditada a la razón; el empirismo como método

Mientras que la ortodoxia se considera aún fiel a la patristica; la razón está supeditada a la fe, pues esta está ya definida y conserva su validez.

Esto hace que para la ortodoxia, lo importante no sea la especulación teológica, sino la experiencia personal de fe, dentro de un modelo teológico apofatico.


Las diferencias actuales entre oriente y occidente no son menos que cuando se produjo el gran y último cisma y separación definitiva entre oriente y occidente.

El occidental que entra en la ortodoxia, ha de hacer un gran esfuerzo de abstracción o comprender que la vía espiritual se resuelve con la proyección mística; que para los asuntos espirituales, del mismo modo que no puede hacerse una idea válida de Dios, no tiene sentido el uso del intelecto para lograr la unión con el Misterio increado.

Para un cristiano de mente occidental, la espiritualidad va a la par de la comprensión del mundo que le rodea, tanto en cuanto a la naturaleza de las cosas como de los cambios culturales que le influyan.



De modo que difícilmente podrá haber una unidad real entre los cristianismos ortodoxo y latino; podrán haber personas que siendo occidentales y de mentalidad occidental, puedan ser capaces de abstraerse lo suficiente de la influencia cultural que les afecta y sumergirse en la espiritualidad del silencio meditativo y de la oración.

  

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