Alcmene bajo la lluvia |
A lo que vamos, Zeus, que como ya sabemos era un crácula de cuidado, decidió visitar a Alkmene la misma noche en la que Anfitrión volvía de la guerra.
La estrategia de Zeus era tomar la apariencia de Anfitrión y la misma noche en la que su marido iba a llegar tan contento con el botín logrado en la guerra, disfrutar en el lecho de Alkmene sin que nadie se diera cuenta y así fue.
Alkmene recibió con mucha alegría a su aparente marido, que llegó con una copa de oro y un collar para ella y enseguida fueron al lecho para aprovechar y recuperar el tiempo perdido.
De éste modo fue como Alkmene quedó embarazada de Hércules.
Al poco llegó Anfitrión a su casa y su esposa no se sintió sorprendida por su legada.
-Pues qué raro, qué indiferencia, por Zeus- debió de pensar.
Pero bueno, el caso es que esa misma noche Anfitrión, el de verdad, dejó embarazada a su esposa de su hijo Iflikles; Ahora bien, para ella era el segundo polvo que echaban y él juraba y perjuraba que no la había tocado desde que se había ido a la guerra.
Así que Anfitrión, decidió que había sido engañado y que se tenía que vengar quemando a su esposa, pero la leña no ardía, porque aparecían nubes que dejaban caer lluvia sobre las llamas y es de suponer que en ese momento, debió de sospechar de la identidad del intruso amante.
También se dice en otra versión, que Anfitrión consultó con Tiresias, que le contó lo sucedido; que Zeus había tomado su forma para dejar embarazada a su esposa.
Y uno se imagina a Anfitrión llegando a su casa.
-¡Hola he llegado!
-¿A donde has ido?-le preguntaría su esposa.
-¿Cómo que a donde? Pues de la guerra.
-Ya lo sé. Y bien que lo hemos celebrado ¡Campeón!
Y es que Zeus, para no ser molestado, hizo que esa noche durara tres noches y alguien pensará ¿Y los días de esas noches? Carece de importancia, se trata de una narración mitológica, no de un atestado de la Guardia Civil.
Lo que querrá decir la historia, es que fue un polvo larguísimo, de los que dejan memoria.
-Pues no, porque yo acabo de llegar ahora.
Alkmene sonreiría pensando que su marido le estaba gastando una broma.
-Pues si te has olvidado del polvo de hace un rato tú verás; yo lo recuerdo perfectamente-sonreiría ella poniendo tono de voz sensual.
A lo que Anfitrión, desconcertado, supongo que le diría:
-Te lo habrás imaginado porque yo he venido ahora.
Alkmene empezó a preocuparse y le diría algo así:
-A ti te ha pasado algo en la guerra, te habrás dado un golpe y te ha afectado la cabeza.
-Mira Alkmene, yo venía tan contento y me vas a dar la noche; de hecho, te traía una copa muy bonita que seguro que te gustará.
Anfitrión iría a la porchada de la casa, en donde habría dejado un baúl con todo lo que pudo rapiñar entre refriega y refriega; Alkmene iría tras él.
Imagino a Anfitrión buscando y rebuscando dentro del baúl la dichosa copa -Pues no está.
-Espera que vengo- diría Alkmene y a los pocos minutos llega con una copa -, ¿Es ésta?
-Andá, pues si-Anfitrión no debió de tener más remedio que creer en la teoría de su esposa.
-Mañana mismo va al templo de Asclepio y que te lo vean- le dijo ella-, que si lo quieres es echar un segundo polvo, me lo dices y yo encantada, no hay que inventarse tonterías de perdida de memoria.
Anfitrión no tragó y se enfadó, pensando que su esposa le había sido infiel, que no se explicaba lo de la copa pero que le habían puesto los cuernos alguien de algún modo, aunque no entendiera nada de lo que estaba ocurriendo ¿Pero con quien?
Ya sea según la versión de la pira o de la consulta con Tiresias, el asunto quedó claro y no tuvo más remedio que aceptarlo.
Cuando Hércules nació, Alkmene, que sabría también la naturaleza de su amante suplantador y sabiendo como se las gastaba Hera, llevó al niño al bosque y lo dejó allí y entonces, Hera y Atenea pasaron por el bosque y vieron al niño; Atenea pensó que era para que Hera alimentara al bebé y al llevarlo al pecho, el niño le mordió y de la leche que salió del pecho de la Diosa se creó la vía láctea.
Hay otra teoría que me parece más interesante y es que Hermes llevó al niño a Hera mientras ella dormía y le puso al niño en el pecho de Hera y el recién nacido le dio un bocado colosal, pues ya sabemos que Hércules no era cualquier cosa; un semidios que según las crónicas llegó a medir algo más de dos metros y de gran fuerza; sus succiones infantiles debieron de ser un fenómeno.
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