En el mazo del tarot están representadas las llamadas cuatro virtudes cardinales; no es algo tan extraño dado el origen renacentista de este mazo de cartas.
Cuando buscamos una carta del Tarot que haga referencia a la Prudencia, como una de las virtudes cardinales, a diferencia de las demás en las que es muy evidente, la carta de la prudencia hay que hacer el esfuerzo de identificarla según sus cualidades.
Hay quien la identifica con la sacerdotisa, yo me inclino a pensar en el ermitaño.
La imagen del ermitaño es la de alguien que camina en la oscuridad y alumbrado tan solo por la luz debil de un candil.
Esto viene a simbolizar varias cosas, quien camina de ese modo, centra su atención en su camino y camina lento, porque no sabe qué hay allá en donde la luz no alcanza.
No se apresurará en su camino ni se distraerá por otros estimulos que puedan haber a su alrededor y eso, nos habla también de introspección.
El ermitaño busca sobre si mismo el conocimiento a través de la reflexión.
Es una carta que nos recuerda la imagen de Diogenes de Sinope, el cínico.
Diogenes era un filosofo de la moral; como Diogenes, el ermitaño busca la sabiduría presicindiendo de todo y de ahí la oscuridad que le rodea, no quiere ver nada de cuanto hay a su alrededor, porque no le importa, es más una molestia.
En realdiad, para él, la oscuridad estaría en todo aquello que el mundo le puede ofrecer.
Como dice el evangelio cristiano en I de Corintios 2:7
“...Mas hablamos de sabiduría de Dios en Misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos venideros...”
La prudencia era conocida por los griegos con la palabra Phronësis, que significaba sabiduría.
Para Aristóteles, la sabiduría es el eje sobre el que ha de girar la practica de la moral, de la vida entendida como una practica correcta.
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